El Soneo de la Madriguera

    Es con el alma herida, es que me pesa tu partida. Mi abuelito Nono, partiste en paz a un lugar donde no hay dolor, ni llanto, ni tristeza.  De la mano de María, quien te conducía a los brazos amorosos del padre, allá al verdadero Edén, donde las costas brillan como perla y los mares cristalinos, son paz y regocijo a la vez. Peleaste con resiliencia, con una enfermedad que ya no es tempestad. En vida fuiste fiel esposo, responsable y comprometido padre. Como abuelo de Lauri y mío, te encantaba, contar anécdotas, hacernos reír con tus juegos de nombres,  ( "No es lo mismo Rita Cotto, que co-to-rri-ta"), recitar poemas a Lauri, llevarme a la cancha y hasta encestar canastos después de los 70 años de edad. Era el show de Nono, como tu jugador de los 80, Larry Bird (parafraseando) le decia a Magic Johnson.  Te encantaba verme ejecutar mis primeras jugadas, dialogar de deportes conmigo, mis primeras enseñanzas de la historia del deporte vinieron de ti Abuelito Non...

Me Adentro en tus costas. Mientras recuesto mi cabeza en tu hombro. Tatúa un poema en mi viento. Tierno bálsamo tus caricias. Recorrere tus campos fecundos. Compañía en el silencio. Y en la conversación de mirarnos, Construye, edifica aldeas de sueños. Te doy mis bosques, tú, luz solar. En el sueño de amarnos Diviso un paraíso virgen. Bella Borikén amo tus playas, montes, ríos. Tus atardeceres, tu espíritu. Luego naufragaré en tu orilla, Beberé de tus besos. Hasta saciar mi sed en tus palmeras. Exploraré tu ser. A más te exploro, mejor te amo. (Puente): Tomaré reposo en tu horizonte. Horizonte estrellado, que me sosiega. Tu tierno mirar, esa sonrisa gloriosa que me lleva al gozo de la infancia celestial.